No tener pelos en la lengua es una expresión habitual para designar a quien dice lo que piensa de forma clara y contundente. Este músculo de nuestra boca no presenta vellos pero, en ocasiones, las papilas pueden aumentar su tamaño y alargarse hasta el punto de parecer pelos, que, además, tienden a decolorarse al marrón o, incluso, al negro. Esto ocasiona que la persona se alarme, pero se trata de una patología, conocida como lengua vellosa, que posee tratamiento y, en términos generales, no reviste gravedad. El Colegio de Dentistas de Santa Cruz de Tenerife recuerda que es importante el cepillado habitual de la lengua con un rascador creado de forma específica para este fin, sobre todo antes de irnos a dormir. La entidad profesional recomienda, ante cualquier alteración del tamaño o color de nuestra lengua, acudir al dentista habitual, con el fin de que pueda establecer la causa y descartar cualquier otra patología de mayor gravedad.

Múltiples causas

El aumento anormal de las papilas filiformes facilita, además, la acumulación de restos y el desarrollo de microorganismos. Sus causas son múltiples, como el consumo de tabaco, la sequedad bucal, una higiene bucodental deficiente, el consumo de algunos alimentos y bebidas como el té o el café o la ingesta de determinados medicamentos, enjuagues bucales y antiácidos. También puede deberse a la presencia de hongos, (como Cándida Albicans) o al seguimiento de una dienta blanda, ya que la comida ejerce una acción abrasiva sobre nuestra lengua que evita, precisamente, que las papilas se alarguen.

Por ello es tan importante acudir al dentista para que pueda diagnosticar la causa de la alternación de las papilas y aplicar el tratamiento adecuado. Por regla general, todos los pacientes que manifiesten lengua velluda tendrán que mejorar su higiene bucal e incorporar, si no lo utilizan, el raspador lingual a su rutina diaria.

Consecuencias de la mala higiene lingual  

Una mala higiene de nuestra lengua puede acarrearnos otros problemas, como la denominada saburra, una acumulación de suciedad que está en el origen de más de un 40% de casos de mal aliento. Los aminoácidos poseen en su composición azufre, que, al degradarse por acción de las bacterias, produce un desagradable olor. Las bacterias que descomponen la materia orgánica las liberan, de ahí la importancia de limpiar, de manera adecuada, dientes y lengua, para evitar este desagradable olor en nuestra boca.

Algunas recomendaciones para evitar el mal aliento son acudir al dentista cada seis meses, como mínimo, beber agua de manera abundante y no irse a dormir por la noche con restos de alimentos en la boca, entre otras.

El mal aliento está provocado, además de por la acumulación de gran número de bacterias en las papilas de la lengua, por las caries o, incluso, por prótesis mal ajustadas o deterioradas.

Debe ser un dentista quien evalúe las causas y el tratamiento, para descartar que el motivo de la halitosis tenga un origen bucal, haciendo un diagnóstico diferencial con enfermedades sistémicas, alteraciones hormonales, problemas en las vías respiratorias y/o digestivas, ingesta de medicación o de cantidades insuficientes de líquidos.